Tal i com m'han suggerit, recolliré tots els contes i llegendes que he utilitzat en els desitjos, per tenir-los més a mà. Aquest primer, com molts altres, els he extret de la pàgina web de la Casa Asia:
¿Cómo se debe convertir la pelusa de banano en oro? Pues Nai Ha lo consiguió ¿Quieres saber cómo lo hizo?
Érase una vez, una hombre llamado Nai Ha vivía en una pequeña aldea cerca del rió Mekong y amaba el oro mas que cualquier otra cosa en el mundo. Tanto le gustaba el oro que consumía todo su tiempo en descubrir cómo convertir las cosas en oro. Poco a poco, se fue haciendo más pobre porque todo su dinero lo utilizaba para experimentar, y así llegó un día en que Nai Ha no pudo mantener a su familia.
Su esposa, agobiada por el problema de Nai Ha, pidió ayuda a su padre, a ver si éste le podía quitar los pájaros de la cabeza a Nai Ha.
Así, al cabo de unos días Nai Ha fue invitado por su suegro a comer. Mientras comían el suegro de Nai Ha le dijo:
-¡Ja, ja, ja! Ya me ha dicho mi hija que tu también te dedicas al arte mágico de la obtención de oro. Como eres el marido de mi querida hija te dire un secreto - el suegro miró a los lados y bajo mucho la voz - tengo la fórmula para obtener oro. Nai Ha, muy contento y nervioso, le preguntó al suegro cuál era el secreto.
-¡Sólo necesito una cosa para poner en marcha la fórmula pero necesito tu ayuda!
-¡Claro que te ayudaré! Sólo dime que quieres que haga.
-Lo que necesitamos son tres kilos de aquella pelusa que crece bajo las hojas de banano o cambures. Atención: las hojas que tomaras aquellas pelusas deben ser de los árboles de bananos que tu mismo has plantado y cultivado en tus campos. Cuando hayas recogido bastante pelusa, tráemela, juntos haremos el oro.
Nada más llegar a casa, Nai Ha le contó el pacto que había hecho con su suegro y al día siguiente la familia ya estaba plantando árboles de bananos o cambures.
Con el tiempo las plantas crecieron, y con mucho cuidado Nai Ha sacaba de cada hoja la ligera pelusa. Estaba tan concentrado en el proyecto que ni se daba cuenta que la esposa y los hijos recogían los bananos y cada día los llevaban a vender al mercado de la aldea.
Después de 3 años de intenso trabajo, Nai Ha había recogido poco más de medio kilo de pelusa: un trabajo fatigoso, pero Nai Ha sólo pensaba en el pacto con su suegro y los 3 kilos de pelusa de banano.
Al cabo de muchos años, Nai Ha logró recoger 3 kilos de la blanca pelusa que le había pedido el suegro. La puso en un cesto y se la llevo al anciano.
-¡Qué bien! Seguiste mis indicaciones y has trabajado mucho- dijo el suegro. -Sólo queda convertirlos en oro. Abre la puerta del fondo.
Nai Ha se precipitó hacia la puerta y quedo como paralizado a la vista de tantos pedacitos de oro que había en la mesa, destellaban al sol. Alrededor de la mesa, sonrientes sentados la esposa y los hijos de Nai Ha.
-Este es el que hemos ganado vendiendo nuestros buenos bananos en estos 10 años dijo amablemente la esposa de Nai Ha.
-Nai Ha, eres un hombre rico de verdad - dijo su suegro - Así es cómo se convierten las cosas en oro y durante todos estos años lo has hecho casi sin darte cuenta. Ahora tienes que seguir haciéndolo.
Y así fue, Nai Ha siguió el consejo de su suegro y trabajo junto con su familia para conseguir vivir desahogadamente.
3 comentarios:
Tuà dijo...
Quan tingui la llavor la planto i d'aquí 10 anys t'explico ;-)
Laura dijo...
Que xulo el conte!
Jo vaig comprar un banano fa anys a Tenerife... em va durar dos telediaris! Mai em faré rica! jajaja
Laura.
Monika dijo...
Que mones :-P