Había una vez una hermosa princesa llamada Mi Nuong, que era hija del Emperador Hung Vuong, el decimoctavo emperador de la dinastía. Su radiante belleza era reconocida en todo el reino y su fama llegaba incluso a los países vecinos, de modo que muchos pretendientes venían del extranjero a pedir su mano al Emperador. Sin embargo, el Emperador no creía que ninguno de ellos fuera lo suficientemente bueno para su hermosa hija. Él quería que Mi Nuong se casara con alguien realmente distinguido y poderoso. Su madre, la Emperatriz, que estaba muy preocupada por el futuro de Mi Nuong, le dijo: “Ya es tiempo de que contraigas matrimonio, querida. Espero que tu padre encuentre a un hombre apropiado para ti”.
La princesa no pudo ocultar su emoción y felicidad. Sus preciosos ojos se llenaron de lágrimas, y dijo: “Madre, muchas gracias por tu consideración. Depende de ti y de mi padre decidir por mí. Comprendo que debo contraer matrimonio y tener niños como otras mujeres. Creo que mi padre elegirá una persona apropiada”.
Un día aparecieron en la corte dos jóvenes hombres. Uno de ellos era Son Tinh, el Espíritu de la Montaña, y el otro era Thuy Tinh, el Espíritu de los Mares. Ambos eran igualmente apuestos, distinguidos, y poderosos. La diferencia de carácter entre los dos hombres consistía en que, mientras Son Tinh era cortés y callado, Thuy Tinh tenía un temperamento feroz.
Son Tinh hizo una reverencia con la cabeza y le dijo respetuosamente al Emperador: “Mi nombre es Son Tinh. Mi reino comprende todas las montañas, y gobierno sobre todas las criaturas vivas que hay en ellas. Poseo todas las riquezas de la tierra, incluyendo a los hermosos árboles, plantas y flores, puedo invocar a leones y pájaros, puedo hacer que las montañas crezcan hasta el cielo. Deseo casarme con la princesa y prometo traerle felicidad y una vida eterna”.
Thuy Tinh se adelantó, hizo una reverencia con la cabeza y dijo: “Mi nombre es Thuy Tinh, soy el Espíritu de los Mares. Gobierno sobre todas las criaturas que habitan las aguas, me pertenecen los corales, las perlas, y todos los tesoros que hay bajo el mar. Puedo elevar el nivel del agua tan alto como la cima de una montaña, puedo hacer llover y puedo juntar tormentas. Si la princesa me desposa, se convertirá en la Reina del Océano. El más maravilloso mundo submarino y el más magnífico palacio submarino serán suyos”.
El Emperador escuchó atento a los pretendientes, pero se resistía a tomar una decisión porque ambos habían llegado al mismo tiempo y eran igualmente apuestos y poderosos. Así que les dijo: “Mañana, el primero que traiga el regalo de bodas, tendrá la mano de mi hija”. Los pretendientes abandonaron la corte y se apresuraron en volver a sus respectivos reinos con la esperanza de casarse con la princesa.
Thuy Tinh hizo que sus súbditos recogieran las mejores perlas y joyas, y los más exquisitos manjares marinos. Son Tinh ordenó a su pueblo que juntaran los mejores diamantes y las piedras preciosas más finas que encontraran. También eligió las frutas más deliciosas y las flores de fragancia más exquisita sobre la tierra para el Emperador y la Emperatriz.
A la mañana siguiente, Son Tinh y un séquito de cien personas fueron los primeros en llegar a la corte. Traían bandejas llenas de joyas y canastas llenas de mango, uvas, frutillas, rosas, y orquídeas. El Emperador estaba encantado con todos los regalos, y estuvo de acuerdo en permitir a Son Tinh que se casara con su hija. Mi Nuong se despidió del Emperador y la Emperatriz, subió al palanquín, y siguió a Son Tinh hasta su reino en la montaña.
Después de que Son Tinh y Mi Nuong hubieron dejado la corte, llegó Thuy Tinh con su séquito que cargaba bandejas de joyas y perlas, y canastas repletas de comida marina. Pero cuando se enteró que Mi Nuong se había ido con Son Tinh sólo unos minutos antes, se enfureció. Inmediatamente ordenó a sus hombres que persiguieran a Son Tinh y raptaran a Mi Nuong.
El Espíritu de los Mares gritó enardecido y blandió su espada mágica. Entonces, las criaturas del mar se convirtieron en miles de soldados, una lluvia pesada comenzó a caer, y ráfagas de viento soplaron como nunca antes. El nivel del agua creció más y más, hasta que las olas y la marea arrastraron miles de árboles y casas.
Son Tinh, que tenía su propia varita mágica, convirtió a los animales de la montaña en miles de soldados que contraatacaron. Hizo que la montaña creciera más y más, mientras las aguas subían, para mantenerse a salvo. La guerra entre Son Tinh y Thuy Tinh duró varios días. Nadie salió victorioso, y muchas vidas se perdieron. Finalmente, Thuy Tinh y sus hombres cesaron de luchar y se retiraron al mar. De todas formas, el Espíritu de los Mares nunca renunció a la idea de raptar a la princesa, así que cada año junta tormentas y hace crecer las aguas hasta la cima de la montaña donde viven Son Tinh y Mi Nuong. Pero nunca gana la guerra. Cada año, cuando la lucha entre los dos Espíritus se desata de nuevo, la gente y los animales sufren, y las cosechas y propiedades son destruidas.


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