"He pasado ya sus cuatro primeros cumpleaños con él y en los cuatro mis primeros pensamientos han sido para ti. Su madre. Quieras o no. Lo quiera yo o no; tú lo has puesto en este mundo. Es carne de tu carne. Viene a la vida desde tus entrañas. Y pienso que tu alma se abrió y lloró de dolor, como se abrieron tus entrañas y lloró de dolor tu cuerpo. Imagino ese día; imagino el parto, tu parto; el de mi niño, que es tu niño. ¡Qué extraño todo! Gracias Natalia. Una y mil veces gracias. Todos los días que me resten de vida amaneceré agradeciéndote que le dejases vivir. A nuestro niño, que es tuyo y mío, le doy siempre un beso de buenas noches por ti y otro por mí. Le digo que es muy guapo y muy bueno en ruso. Él sonríe. Pero el día de su cumpleaños le digo, aunque no me entiende, que hoy seguro su mamá Natalia, aunque esté muy, muy lejos, se acuerda de él. Y sin que me vea, se me caen las lágrimas. ¿Verdad que sí te acuerdas de él?"